Lo probé con amigos a los 18 años. En casa mi familia hemos sufrido mucho por culpa del tabaco. Mi abuelo murió de cáncer de laringe y mi tía de cáncer de pulmón con solo 40 años, así que desde el primer momento me habían incitado a dejarlo. A los 26 decidí que ya estaba bien.

Fumaba un paquete al día, marqué un día en el calendario y lo dejé. No fue fácil, aunque más de lo que pensaba. Lo peor es el mono, tu cuerpo te pide fumar, y tienes que luchar contra ello. Por las noches sudaba y el médico me dijo que era de la nicotina.

La ansiedad la controlaba con infusiones que sustituían al cigarro, chupachups, fruta… He conseguido estar 11 años sin fumar, lo cierto es que cuando nos confinaron recaí durante un tiempo… eran momentos difíciles. Pese a ello gracias a que me quedé embarazada lo dejé por completo y me considero ya, exfumadora, y JAMÁS volveré a fumar.

Al dejarlo, he recuperado el olfato, el sabor de las comidas… Cuando fumaba veía cosas normales en mi cuerpo que no lo eran, como fatigarme o que me sangraran las encías.

Ha sido más fácil de lo que esperaba, cuando eres fumador lo ves imposible, lo necesitas y se ve imposible, pero lo cierto es que no cuesta tanto, tan solo fuerza de voluntad, eso sí.