Empecé como muchos, de joven con 18 años, la tontería con los amigos. Pero la tontería se alargó hasta los 49 años, cuando el 11 de diciembre de 2021 sin previo aviso me dio un infarto agudo de miocardio, entré en parada cardiorrespiratoria y necesité tres reanimaciones y tres descargas para volver.

Fumaba un paquete al día, de joven sería menos, pero 31 años son muchos. Yo no era consciente de lo que suponía, vas fumando pasan los años y la realidad es que te vas pudriendo por dentro poco a poco, era muy dependiente y no lo sabía.

Cuando consiguieron recuperarme, no podía volver igual, fumar se tenía que terminar. Con los días pensaba mucho en la situación y la verdad, no sé si decir que he vuelto a nacer o que he aprendido a morir… Sencillamente se te va todo lo que amas y quieres, pierdes familia, amigos, tu entorno, pierdes y se te va todo lo que has creado y logrado en tu vida sin darte cuenta de nada.

Claro que me costó dejarlo. Al miedo por lo que me había pasado, se sumaba el dolor por las tres costillas que me rompieron en la reanimación, al estrés de estar ingresado y a la ansiedad por necesitar fumar.

Las ganas me provocaban ansiedad, aunque conseguí vencerla. Superé un infarto con tres hijos, fumar se tenía que acabar y es lo mejor que he podido hacer. He recuperado el olfato, físicamente estoy mejor, tengo más resistencia física, no me fatigo tanto y obviamente mayor capacidad pulmonar. He dado un vuelco a mi vida de 360º.

Me digo a mí mismo que no era mi hora, de que no era mi momento, pero quizá sí era el momento de tomar consciencia de muchas cosas y era la hora de cambiar. Fumar no sirve de nada, fumas para aliviar el estrés, la ansiedad, pero no es verdad, es mentira, engañamos a nuestra cabeza y nos lleva a eso. Cuesta, pero se puede lograr.